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EFEMÉRIDES

  11 DE DICIEMBRE 1941 - Estados Unidos entra oficialmente en la Segunda Guerra Mundial después de la declaración de guerra de Alemania e Italia.

Aunque Hitler pensaba que tarde o temprano tendría que enfrentarse a Estados Unidos, primero deseaba esperar finalizar la guerra en Europa. Su embajada en Washington D. C. se encargó entonces de sobornar a congresistas estadounidenses, y financió al Comité América Primero, principal organización aislacionista; en un intento de mantener al gigante norteamericano fuera de Europa.

Respecto a Japón, Alemania intentó inicialmente mantenerla fuera de la guerra, para que sirviera de contrapeso a Estados Unidos. Sin embargo, a inicios de 1941, Hitler emitió una directiva secreta ordenando empujar a Japón hacia la guerra con los británicos, con la esperanza de obtuviesen una rápida victoria y dejasen a los estadounidenses aislados en la zona. Si la nación asiática lograba atacar a las colonias europeas sin que Washington reaccione, Hitler habría logrado una gran victoria; ya que hubiera obligado a los británicos a desviar recursos militares a Asia y acabaría con cualquier esperanza japonesa de llegar a un acuerdo con Estados Unidos. Con esto último, los estadounidenses se verían obligados a enviar más recursos al Pacífico, descuidando el Atlántico.

Sin embargo, la Armada alemana urgía por medidas inmediatas. Aunque Estados Unidos mantenía una posición oficial neutral frente al conflicto europeo, también suministraba materias primas a Inglaterra bajo condiciones muy favorables, haciendo uso de la Ley de Préstamo y Arriendo. Además, había organizado patrullas estadounidenses que empezaron a escoltar a los convoyes hasta Islandia, limitando seriamente el área de operación de los submarinos alemanes durante la Batalla del Atlántico. El Almirante Erich Raeder le solicitó permiso a Hitler para atacar a estas patrullas, pero éste se negó. Para junio, la situación había empeorado, pero Raeder fue obligado por Hitler a ordenar a sus submarinos que se abstuviesen de atacar, a menos que estuviesen completamente seguros que los barcos tenían bandera británica.

El 9 de julio, el Presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt anunció que sus tropas ocuparían Islandia, isla estratégica que hasta entonces estaba bajo ocupación militar británica, y que ya había sido declarada objetivo de guerra alemán. En ese momento, Hitler se encontraba enfocado en la invasión de la Unión Soviética, y a pesar de la indignación de Raeder ante "este acto de provocación" norteamericano, el primero le respondió que debía mantenerse a Estados Unidos fuera de la guerra por "uno o dos meses". Sin embargo, Raeder pronosticó que, más temprano que tarde, uno de sus submarinos hundiría por error a un navío estadounidense; hecho que ya había ocurrido en mayo.

Roosevelt firma la declaración de guerra a Alemania. Gracias a la declaración de Hitler, el Presidente estadounidense no tuvo que tomar esta decisión.

Esta predicción se hizo realidad en las siguientes semanas, y Roosevelt reaccionó el 11 de septiembre, ordenando a su Armada atacar a cualquier submarino a la vista dentro de una zona de defensa establecida por Estados Unidos. Sin embargo, Hitler continuó negándose en permitir que se atacase indiscriminadamente a cualquier navío con rumbo a las islas británicas o a sus colonias, fuera de esta zona inclusive.

De esta manera, Alemania y Estados Unidos entraron en un estado de guerra no declarada. El primer combate con bajas se realizó en la noche del 16 y 17 de octubre, cuando un destructor norteamericano acudió en ayuda de un convoy atacado por submarinos germanos, y fue torpedeado por estos, convirtiéndose en la primera baja estadounidense de la guerra. Esa semana, los alemanes le pidieron a Japón que comunicasen a los estadounidenses que si estos combates continuaban, le declararían la guerra. En realidad, Hitler todavía esperaba mantener a la nación americana fuera del conflicto, y este mensaje sólo era una apuesta diplomática, cuyo objetivo era intimidar a Washington.

Mientras tanto, Japón mantenía negociaciones con Estados Unidos para levantar un embargo impuesto de por los británicos, neerlandeses y estadounidenses, como respuesta a la ocupación japonesa de Indochina. Hitler y sus asesores deseaban que estas negociaciones fracasaran, ya que creían que la nación asiática atacaría entonces a las colonias británicas y neerlandesas o, mejor aún, a la Unión Soviética. Aparentemente, nunca se les ocurrió que el gobierno de Tokio planearía atacar a Estados Unidos también. En efecto, el 7 de diciembre de 1941, Japón realizó el ataque a Pearl Harbor.

Aunque este ataque finalizó abruptamente las disputas entre intervencionistas y aislacionistas, el Presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt se negó a hacer mención de Alemania en su famoso discurso del "Día de la infamia". El Secretario de Guerra Henry L. Stimson le urgió que aprovechara la oportunidad para declarar la guerra al país germano, pero Roosevelt se negó.

Hitler se encargó de resolver el dilema de Roosevelt; el 11 de diciembre, Alemania declaró la guerra a los Estados Unidos. El Canciller alemán concluyó que debido a los conflictos en el Atlántico, su nación ya estaba en guerra con los norteamericanos. Hitler pareció subestimar el potencial industrial y militar de Estados Unidos, y, en cambio, sobreestimó las fuerzas de su aliado japonés.

YANQUIS (1979)

SINOPSIS A principios de 1942, mientras los aliados se preparan para el Desembarco de Normandía, miles de soldados yanquis son enviados a Inglaterra. En la vida de tres de ellos juegan un papel importante tres mujeres: Helen, una madre de mentalidad tradicional que trabaja como voluntaria de la Cruz Roja, Mollie, conductora de autobús y gran admiradora de los estadounidenses, y Jen, la hija del jefe de los tenderos locales, una joven de frágil sensibilidad que está enamorada del soldado Matt. (FILMAFFINITY)