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El vuelo fantasma

 

Avion

 

Viajar de El Cairo a Tel Aviv en un vuelo directo a estas alturas de la transición política egipcia resulta una experiencia digamos extraña. Las autoridades egipcias se empeñan en que el trayecto en cuestión sea lo más fantasma posible. Se trata de hacer como si no existiese, de guardar las formas en un momento en el que los líderes políticos y militares evitan cualquier gesto de acercamiento al vecino Israel. Más bien al contrario. Echan leña al fuego antiisraelí, porque saben que es un tema que siempre cotiza al alza en los mercados electorales.

El vuelo en cuestión lo opera una tal Air Sinai. Tal, porque en realidad la compañía es más un eufemismo que otra cosa. Se podría decir que en realidad no existe. Hay que saber muy bien de qué va la cosa para poder acabar montado en el avión. Hay que saber que en realidad se trata de Egypt Air, pero que por motivos políticos no quieren que se les asocie con un destino israelí.

En el mostrador del aeropuerto, uno pregunta por “el vuelo de Air Sinai”. Le venden el billete y a partir de ahí empieza una aventura repleta de sobre entendidos y conversaciones con subtítulos por toda la Terminal 3 del aeropuerto de El Cairo.

El vuelo no aparece en las pantallas luminosas, lo que significa que dar con el mostrador de facturación es poco menos que una gincana. “Por favor, el vuelo de Air Sinai” grita una por  toda la terminal, hasta que se topa con alguna sonrisa cómplice de algún operario avispado que sabe de qué va el tema. Antes de facturar, unos policías egipcios examinan de arriba abajo el pasaporte sin dar demasiadas explicaciones antes de autorizar la salida del país.

Ya en la puerta de embarque H1, la pantalla anuncia un vuelo a Ginebra y de manera fugaz y en letra pequeña de repente aparece la palabra Tel Aviv, que instantes después desaparece. Los altavoces del aeropuerto recorren las ciudades de medio mundo, Anuncian todas y cada una de las próximas salidas, excepto la del vuelo que despegará en breve con destino a Israel. Señor, esto es muy complicado, ¿Cómo es que no anuncian el vuelo?, le pregunto al aeromozo. “Es que tenemos problemas técnicos”, me explica. 

Después viene el viaje en autobús hasta la pista en la que se encuentra el avión, también fantasma. Es un aeroplano blanco, sin ningún letrero que lo asocie con una compañía o destino.  Ya dentro del aparato, donde lejos de los ojos del público general, se relajan las formas. El logo de Egypt Air aparece por todas partes. En la cabecera del asiento, en la revista de abordo…