Palermo, capital de Sicilia, es una joya cubierta del polvo de la historia, de las desgracias que han reportado los desastres naturales en forma de terremotos, y del lastre que han provocado la especulación inmobiliaria, la miseria y el paro o los crímenes de la mafia. Al final si obviamos estos apuntes que no explican la totalidad de la realidad palermitana, nos encontraremos con una asombrosa ciudad, repleta de piedras con historia, una amalgama de retales que forman el gran puzzle de estrellas que brillan en Palermo.
Las dimensiones de la periferia de Palermo, hacen de esta metrópolis siciliana, la ciudad más grande de Sicilia (más de 800.000 h.), y unas de las más pobladas y ricas culturalmente del Mediterraneo Antiguo.
Siendo una ciudad tan abigarrada, Palermo tiene un trazado poco regular, con calles estrechas, incluso las relativamente importantes, con distancias asumibles a menos que pretendamos cubrir en un día lo que bien necesita un mes. Si a esto unimos los asimétricos horarios de algunos de sus principales monumentos, cabe la advertencia de planear visitar Palermo zona a zona.
Los itinerarios o rutas se pueden plantear por épocas, estilos, o simplemente por proximidad geográfica. Como casi siempre, lo más sugerente será callejear y descubrir Palermo a través de las sorpresas que depara cara esquina que se abre a tesoros me nospreciados en las guias.
Lo cierto, es que los vestigios de los diferentes conquistadores de la ciudad son tan variados que permiten coexistir la Mezquita arabo-normanda de San Giovanni degli Eremiti, con la genial catedral, la capilla palatina del Palacio Normando, o la plaza de Quattro Canti donde convergen las dos vias principales de la ciudad Vittorio Emmanuele y Via Maqueda.
Bajando hacia el mar, bien sea desde Monreale, o desde la salida de la autopista, accedemos a Palermo a través de la Via Calatafami, eterna avenida que nos da una idea del tamaño de la ciudad. A los lados (y mal señalizados como es habitual en Sicilia), están dos visitas tan contrapuestas como atractivas. Por un lado las Catacumbas de los Capuchinos en el Monasterio homónimo, famosas por sus cuerpos embalsamados, que gracias a las rupestres pero eficaces técnicas de conservación muestran momias “disecadas” de difuntos. Por el otro la Zisa, palacio normando de arquitectura árabe recientemente restaurado que era residencia de los reyes normandos que gobernaban Sicilia desde Palermo.
Siguiendo Corso Calatafami nos encontramos con la Porta Nuova, al lado del Palacio de los Normandos, alzada en 1460 para abrir la principal arteria de Palermo, la Via Vittorio Emanuele. Su techamen cubierto de azulejos es sin embargo una reforma de estilo manierista de 1535, promovida por el virrey Colonna para conmemorar la entrada triunfal del emperador Carlos V tras la victoria en Túnez. La restauración de 1696 para “parchear” los destrozos del terromoto añadió los 4 moros.
Via abajo enocntraremos la villa Bonnano a la derecha con el Palazzo Sclafani de 1330 en uno de sus esquinas (hoy sede de la Comandancia Militar) y el Hospital y Cuartel de San Giacomo a la derecha.
Seguidamente a la derecha encontramos la plaza de la Catedral. El edificio catedralicio, alterado continuamente no ha perdido sin embargo su majestidad. Fue basílica paleocristiana, mezquita árabe, y templo cristiano para los normandos. Unida por dos arcos a la torre del campanario, ofrece una preciosa foto panorámica.
Sin perder el hilo de Ariadna de Vittorio Emanuelle, curioseando por los comercios, y haciendonos cargo del intenso tráfico de coches, motos, motocarros, peatones, carros, etc…, llegamos a Quattro Canti (Piazza Vigliena). Cortada por Via Maqueda, Emanuelle se abre a un armonioso espacio donde cuatro fachadas cóncavas de edificios del XVIII articulan en tres ordenes estatuas de los cuatro estaciones, los reyes españoles, y las cuatro santas palermitanas de cada distrito.
Por la noche es imprescindible acercarse a la Plaza Pretoria, custodiada por el Palacio Senatorio, actual ayuntamiento y por la suntuosa Iglesia de Santa Caterina. En el centro de la plaza los jovenes de Palermo se congregan alrededor de la fuente Pretoria mientras los turistas se fotografian sin parar.
A la salida de la plaza Pretoria llegamos a la Plaza Bellini circundada por el Antiguo Teatro y hoy pizzeria, y por la preciosa iglesia normanda La Martorana, además de la Iglesia de San Cataldo.
Al otro lado de Vittorio Emanuelle, hallaremos entre callejuelas, el fascinante mercado de la Vucchiria. Su nombre deriva del francés, boucherie, es decir carnicería. Creció a partir de los siglos X-XII alrededor de la plaza Caracciolo y la vía Argenteria. Los puestos de fruta, pesacado, carne, quesos, especias, gangas, etc.. adquieren un halo mágico cuando cae la noche y los puestos encienden sus enormes focos y la luz se refleja en sus carpas rojas. La mezcla de olores y colores es tan indescriptible como inolvidable.
Con tranquilidad también podremos curiosear en el Museo internacional de Marionetas, con muestras de marionetas de todo el mundo, destacando los pupis sicilianos.
La oferta cultural de la capital de Sicilia viene enriquecida con el Teatro Politeama ante la eterna remodelación del Teatro Massimo del siglo XIX. El Museo Arqueológico de Palermo recoge piezas de todo tipo, centrándose en los restos hallados en las excavaciones de toda la isla.
Dominando desde la distancia se alza el Monte Pellegrino y a sus pies el parque afrancesado de la Favorita, pulmón del ajetreo y tráfico de Palermo. Si seguimos adelante hallaremos la ensenada y la playa de Mondello donde los palermitanos ahogan el calor de los veranos en baños diarios y en fiestas y copas por la noche.
A 11 kilómetros de Palermo se encuentra Monreale, punto inexcusable de visita. Su monasterio benedictino, con su majestuosa catedral y su claustro suponen la culminación del arte arabo-normando en Sicilia. Por otro lado, otra de las visitas inexcusables es la de la Villa Palagonia en Bagheria, un pintoresco palacio barroco lleno de figuras grotescas que un un insigne noble siciliano creo en el siglo XVIII.
Una forma de no perdernos ningún monumento importante de Palermo son las rutas en que propone el autobús turístico de la ciudad.
Aconsejo avion tipo ATR-72, pero a gusto, la pista es de 1379 m.
Buen viaje.