El FIB, el Macroconcierto español por excelencia, donde se reúnen todo tipo de tendencias musicales, el Woodstock español... (¿a los que tenemos más de 40 años no hace falta que os explique qué es Woodstock, verdad?)
Las ciudades pueden nacer una y mil veces; reconstruidas desde sus cenizas o reinventadas desde la imaginación. La renacida Benicàssim, la que hoy conocemos, le debe tanto a su sol y a sus playas como a Oasis y a Leonard Cohen; tanto a su peculiar orografía, salpicada de cuevas, riscos y simas, como a la magia de Björk o al aullido de Jon Spencer; tanto al desierto de Las Palmas como al recinto de conciertos del Festival. Benicàssim hoy no se entiende sin FIB.
Benicàssim, nombre de origen árabe –hijos de Qásim-, ha sido ciudad de agitado pasado fruto de su localización mediterránea; refugio de corsarios y contrabandistas primero; segunda residencia después y ciudad mágica, desde 1995, durante una semana de verano gracias a FIB. Situada en pleno corazón de la Costa del Azahar cuenta con todo lo que necesita una ciudad de vacaciones moderna para que sus visitantes se sientan a gusto y puedan disfrutar plenamente del entorno, el clima, la gastronomía, el deporte, la playa y, por supuesto, la música. Una ciudad renacida que asoma al Mediterráneo orgullosa de un presente que ha redefinido sus coordenadas geográficas.
FIB te permite vivir una experiencia completa: ocho días de acampada gratuita en una zona cuidada anexa al recinto de conciertos, la cual, además del descanso, permite la interacción con gente joven de todo el Mundo con la que compartir inquietudes. Cuatro intensos días de conciertos, una semana entera de actividades extramusicales y una de las playas más agradables de Europa en la que relajarse tomando el sol o bañándose en las cálidas aguas del Mediterráneo.
DESTINO WOODSTOCK (2009) con Henry Goodman, Liev Schreiber y Emile Hirsch.