A partir de aqui, Nairobi en De Havilland 60 G
La dama de los cielos
«Tu planeta es el avión y tú eres su único habitante»
En aquella Kenia colonial de aristócratas aventureros, solitarios cazadores blancos y rudos granjeros, mujeres como Beryl Markham no podían pasar inadvertidas. Esta audaz inglesa fue la primera piloto profesional de África. En su libro autobiográfico resumía así su vida en el exótico continente: "Desde mi llegada al África Oriental Británica (Kenia) a la edad indiferente de cuatro años, donde pasé mi juventud cazando cerdos salvajes descalza con los nandi, luego amaestrando caballos de carreras para ganarme la vida y poco después sobrevolando Tanganika y las tierras de breña áridas, entre los ríos Tana y Athi en busca de elefantes, me he sentido tan felizmente provinciana que era incapaz de hablar con inteligencia sobre el aburrimiento de la vida hasta que fui a vivir un año a Londres".
De Beryl se decía que podía usar la lanza como un guerrero masai, montar como un jinete irlandés, volar como Charles Lindberg, seducir como una hurí y escribir mejor que Hemingway. Era una mujer elegante y esbelta, de rubia melena y facciones angulosas. Su vida privada era motivo de continuos rumores entre los colonos británicos, aunque a ella su fama de devoradora de hombres le importaba bien poco. Se casó en tres ocasiones, pero nunca dejó de vivir apasionados romances, incluido uno con el duque de Gloucester, hermano del príncipe de Gales, a quien conoció en la primera visita de ambos a Kenia.
Cuando en 1936 la Dama de los Cielos, como la llamaban sus admiradores, aceptó en una cena el reto de atravesar volando en solitario el Atlántico Norte de este a oeste, sus amigos creyeron que había perdido la razón. Aunque no consiguió llegar a Nueva York y realizó un aterrizaje forzoso en Nueva Escocia, fue recibida en la ciudad de los rascacielos como un auténtica heroína.
Había volado en la estrecha cabina de su Vega Gull veintidós horas seguidas, más de la mitad de noche, y sobre el océano. Tras esta experiencia no volvió a volar, pero unos años después publicó el libro Al oeste con la noche, donde narraba su experiencia y su infancia entre los nativos nandi. El libro, publicado en 1942, se convirtió en un auténtico éxito de ventas. A Ernest Hemingway le pareció, junto a "Lejos de África", de Karen Blixen, uno de los relatos más poéticos y evocadores escritos sobre el continente.
En realidad, las dos autoras coincidieron en la Kenia de aquellos locos años veinte de juergas, cacerías y safaris regados con champán, aunque eran bien distintas. Beryl se sentía como una "masai blanca" y conocía en su propia piel la dura y solitaria vida de pionera en tierras africanas, mientras que Karen Blixen era una aristócrata terrateniente con un idea muy romántica del continente negro. Vivía en una hermosa mansión de las Tierras Altas de Kenia rodeada de sirvientes y con todo el confort de los de su clase. Se enamoró de la grandeza de sus paisajes, pero también supo ver la dignidad y el valor de los nativos. Las dos eran mujeres extraordinarias y atípicas de la sociedad colonial británica con algo en común: su amor a África y al mismo hombre:.
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